¿Por qué es malo masturbarse?
El mundo mundano, secular o de plano no creyente siempre han tachado la postura de la iglesia católica con respecto a la masturbación y a las relaciones sexuales pre-maritales como algo anticuado.
De hecho entre los argumentos de algunos dicen que el plano sexual es una necesidad fisiológica fundamental del ser humano por lo cual al ser esto prohibido o vetado por el clero hacia sus fieles pues lo ven como anti humano.
Si bien estaría de más explicar en este post qué es la masturbación si puedo tocar la definición que da el Catecismo de la Iglesia Católica al respecto en su punto 2352:
Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo […] La masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado. El uso deliberado de la facultad fuera de las relaciones conyugales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine. Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de la relación sexual [que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero]
Si se le fríamente se puede confirmar en algunos el pensar que la postura de la jerarquía es retrógrada y qué querer, utópicamente, que sus fieles guardarden ésto sabiendo que es satisfactoria es ilógico. Bueno, este miércoles de ceniza, cuando fui a una parroquia local a imponerme ceniza y oí la reflexión previa con mucho interés.
El diácono [seminarista en servicio social previo a su ordenación] habló de la importancia de practicar el ayuno, la oración y la caridad en este tiempo litúrgico de preparación previa a la pascua cristiana. Si bien esta reflexión no pretende abordar cada uno de los temas tratados sí partiré de lo que se dijo con respecto al ayuno y que me hizo ligarlo perfectamente con el pensamiento acerca de la masturbación.
El seminarista habló sobre el cómo participar del ayuno y cómo hacer de éste algo cristiano. El futuro padrecito nos decía a los presentes que si bien el comer es algo bueno y una necesidad propiamente de la fisiología humana, el privarnos de ella con un fin espiritual nos ayuda. El comer, comentaba, es algo natural y necesario, de hecho el alimento matutino es el que nos da fuerzas para el día y muchos especialistas lo mencionan como el alimento más importante[…] Entonces, si la Iglesia sabe esto, ¿cómo es que lo promueve? –nos preguntaba, obvio, nadie respondió.
Si nosotros le damos a nuestro cuerpo –nos decía- todo lo que nos pide, lo haremos co-dependiente de todo esto; si lo privamos en ciertos momentos de algo necesario o vital para el lo que haremos será fortalecerlo y que no sucumba tan fácilmente a tentaciones específicas con dicha necesidad fisiológica fundamental. Si logramos practicar el ayuno junto a una oración sincera y profunda lograremos darle un sentido cristiano a éste […] y así fortaleceremos nuestro cuerpo frente a tentaciones más fuertes. Al oír estas palabras me hizo pensar que la idea de ayuno se puede trasladar no sólo a alimento sino a todos los campos de necesidades vitales del hombre, en este caso: el placer sexual.
Según la escala piramidal del psicólogo Maslow sobre las necesidades del ser humano, dentro de las primeras [la fisiológicas] están: la necesidad de respirar, beber agua, y alimentarse, mantener la temperatura corporal, necesidad de dormir, descansar y eliminar los desechos, evitar el dolor y tener relaciones sexuales [o placer sexual]. Por ende las primeras que se tienen que buscar satisfacer son estas, y como vemos aquí lo sexual ocupa un lugar privilegiado dentro de los elementos fundamentales que debe de tener el ser humano para su bienestar bio-psico-social.
Entonces, ¿cómo es posible o cómo justificamos el freno ante la masturbación o las relaciones sexuales previas a un sacramento religioso? pues con el fundamento que al practicar el ayuno sexual fortaleceremos y de paso educaremos a nuestro cuerpo para que éste sepa controlarse ante los impulsos, a veces animales, que experimenta el ser humano ante la necesidad de sentir placer.
Si se vive un cese voluntario a ciertas pasiones, por más que cueste a veces lograrlo, poco a poco lograremos hacernos dueños de nuestro cuerpo y poder vencer tentaciones más fuerte, por ejemplo, cuando estemos casados y así no romper fácilmente la fidelidad que prometemos a nuestro conyugue ante tentaciones en nuestro entorno cotidiano.
La Iglesia ve como bueno el hecho de las practicas sexuales entre individuos de diferentes sexos dentro del sacramento del matrimonio pues dentro de él se vive el amor, el respeto, se busca el fin procreativo y se alienta a la fusión sincera de donación al otro por amor. Las practicas sexuales fuera del matrimonio con otras personas o con un objeto o tu mano se ven mal porque ayudan a flaquear el cuerpo del creyente y que éste no se fortalece. Hay que darle a nuestro cuerpo lo que necesita pero no permitiendo que sea él quién nos domine. Así al llevar este tipo de ayuno, podremos, a base de una educación dada al cuerpo, cuándo darle lo que pide.
Es por eso que la iglesia católica promueve la no práctica de la masturbación ni de prácticas sexuales previas al sacramento conyugal, ya que así, como madre de los fieles creyentes, logra con este freno moral y psicológico, fortalecer la mente y cuerpo de sus hijos para que éstos no flaqueén tan fácilmente ante las tentaciones de la vida ordinaria.
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