Tonto patriotismo.
Cada doce de octubre, para mí, es uno de esos días que no tengo nada que celebrar pese a que para muchos de mis contemporáneos fue ése día, hace cientos de años atrás, cuando dos mundos totalmente distintos se fusionaron para crear, sin proponérselo, el actual occidente mundial.
Pese a lo anterior no soy de los que ve en los descendientes de los españoles, ingleses [para los estadounidenses] o portugueses [si nos referimos a Brasil] a personas no gratas en el territorio americano y eso es algo que, terriblemente, ocurre -todavía- en éste mundo globalizado.
La Conquista, es cierto, fue algo que muchos de nosotros desearíamos eliminar de la historia Universal pues le trajo a mis antepasados, y a muchos de los suyos amable lector, grandes tormentos.
Pero también debemos reconocer que irónicamente fue la forma en la que América [el continente] vio impulsado su desarrollo.
Ocurrió algo el otro día en una charla con conocidos que me hizo ver cómo, terriblemente, los prejuicios hacia los extranjeros o más propiamente un falso y tonto patriotismo sigue vigente en nuestro día a día.
El lunes cuatro de febrero [de dos mil trece] siete mujeres fueron agredidas por cinco personas armadas en un balneario en la ciudad de Acapulco [México]; seis de ellas fueron violadas y la que se salvó gozó de dicho privilegio por ser mexicana ya que las violentadas sexualmente fueron españolas.
Cuando compartía la nota con un grupo de amigos un comentario salió a la luz luego de haber leído parte de la entrevista que concedió la mujer mexicana que se salvó de la agresión sexual.
En la nota periodística ella [la mujer mexicana] aseguró que se vio congratulada por los mal vivientes cuando éstos se percataron de su nacionalidad.
Quizá se quisieron vengar por lo que nos hicieron los españoles cuando nos conquistaron -aseguró uno de mis compañeros de charla.
Mi reacción fue de desapruebo y para mi consuelo varios de quienes compartían la mesa pensaron lo mismo que yo.
Ya entrando a debate mi amigo no le quedó de otra más que limitar su comentario inicial y aunque no lo enmendó creo entendió que lo que había comentado no fue del todo acertado. Terriblemente él es una persona preparada, con estudios que llegan a nivel licenciatura.
Lo anterior, curiosamente, fortalece un comentario de un futbolista mexicano por naturalización acerca del nacionalismo mexicano.
Guillermo Franco, futbolista, argentino de nacimiento y legalmente mexicano dijo para ESPN el cinco de febrero del dos mil trece que el patriotismo o nacionalismo que tiene el mexicano -acerca de si los mexicanos naturalizados deben o no jugar en la Selección de fútbol- es un absurdo.
Evidentemente el comentario va centrado a un tema deportivo pero sin duda se puede aplicar a temas un poco más generales.
Decir que somos patriotas es exagerado y mal encaminado. Asegurar o anhelar venganzas por algo ocurrido hace muchos, muchísimos años, es tonto.
Pensar que los descendientes lejanos de quienes invadieron tierras Mesoamericanas deben de pagar por lo que Colón y los que le siguieron hicieron es estúpido y de poco cerebro.
Afortunadamente senadores del Partido Popular [PP] en España pidieron a sus compatriotas no estigmatizar ni el destino [Acapulco] ni el país pues la barbaridad ocurrida pudo haber ocurrido -dijeron ellos- en cualquier parte del mundo.
Tenemos, pues, en México un patriotismo mal entendido ya que algunos tristemente lo aplican hacia el hecho de vengar lo que les hacen -o hicieron- a otros mexicanos.
Ser nacionalista es defender a nuestro país, amarlo, respetarlo y buscar con nuestras acciones enaltecer en planos internacionales el nombre de la nación.
Nunca, nunca, ser vengativo o gozarse de lo que otros compatriotas les hacen a ciudadanos extranjeros, sean éstos españoles, italianos o cubanos, etc.
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La imagen que encabeza éste artículo la obtuve de la página en Flickr del Gobierno Federal.
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