Soñar suele lastimar.
Cuando pequeños nos enseñan y programan, educan, para seguir ciertos moldes o actitudes que de acuerdo a nuestros padres y su experiencia son el mejor camino para triunfar o al menos salir airoso en esta vida.
Si están correctos dichos conceptos, valores, creencias e ideales es lo de menos ya que cuando nos forman a lo largo de los años que no somos auto-conscientes de nosotros mismos lo buscan hacer de la mejor manera.
El amor que ellos [los padres] experimentan hacia sus bebés, niños y adolescentes o jóvenes es desinteresado y en un gran porcentaje de casos lo menos que buscan es que cometamos errores; dentro de esta gama de ideas en pro de crearnos un modus operandu vivendus destaca la iniciativa a perseguir sueños, nuestros o los suyos frustrados.
¿A qué infante no se le ha enseñado o al menos sugerido ser lo que quiera ser [de grande]? Soñar no cuesta nada fue una de las frases más sonadas de mi infancia pero, lamentablemente, ya en la vida real [de adultos] esos ideales se quedan solo en eso: sueños.
Hiere cuando te percatas que todo lo que en algún momento te perfilaron ser o perseguir no era más que una ilusión, un algo que alcanzar, pero solo por correr tras un objetivo ya que al final se convierte en una pedrada al aire que tarde que temprano te caerá perforando tu cabeza.
Lo importante no es quedarse en no lo conseguí sino al descubrir que era algo ilusorio voltear para otro lado, replantear objetivos, sonreír a la vida y estar dispuestos a alcanzar nuevas metas.
El vídeo -promo- con el que quiero cerrar es algo interesante e invita desde luego a la reflexión. Se trata de un adulto joven que cuenta sobre su infancia -en los años ochenta- y de todo a lo que fue medianamente bombardeado para alcanzar durante su etapa madura. De todo eso nada -casi nada- alcanzó.
Verkami, la generación perdida, es un proyecto español que busca que creadores independientes realicen sus metas financiados por otros pero no es por eso que comparto el corto; lo que me pareció interesante es que aunque la felicidad era menos complicada en esos años todo, o al menos, el bombardeo de información y metas siguen presente.
Si eso que se espera, y se sigue esperando, no es lo real ¿no será el momento de replantearnos objetivos de felicidad antes de trasmitirlos a las próximas generaciones?
Los cambios no siempre son malos. Lo importante es no temer a lo nuevo.
Los cambios no siempre son malos. Lo importante es no temer a lo nuevo.
Imagen | Flickr
Visto | Javi Crespo
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