Los teléfonos móviles ya son objetos sacros.

El animismo es una creencia que sostiene que todo objeto está vivo y dotado de alma; sus practicantes están convencidos de que seres sobrenaturales habitan tanto objetos animados como inanimados gobernando la existencia. 

El término [animismo] fue acuñado por sir Edward Burnett Tylor, antropólogo, en mil ochocientos setenta y uno. Los objetos pueden ser bien de uso cotidiano o exclusivos para determinadas ocasiones [ritos] siendo habitualmente tomados del mundo natural, con ciertas excepciones; a éstos se les asigna el nombre de tótem. 

Uno de los ejemplos de los diferentes ritos es el entierro la cual se celebra en dos tiempos [ceremonias] con un intervalo de un año. Recién fallecido el fiel la familia ofrece, vía un chaman [sacerdote], el sacrificio de un animal [desde un pollo hasta un búfalo, siendo mejor entre más grande, y más caro, por ende] para que la bestia vele por él [o ella] en su nueva vida. 

Al año nuevamente se vuelve a ofrecer el holocausto de un animal para asegurar la protección aunque ahora, al final, colocarán uno o varios tótems [objetos] frente a la tumba como protección perpetua.

Regularmente, y con la creencia que las almas vagan por el inframundo, éstas buscan ser custodiadas por una decoración muy llamativa y elementos hogareños típicos pretendiendo facilitar el tránsito hacia el más allá. 

La tecnología, increíblemente, ha invado incluso a comunidades remotas como a los comboyanos [ubicados en el sureste asiático, limitando al oeste con Tailandia] ya que recientemente los familiares usan como tótems mortíferos tanto celulares [teléfonos móviles] como aviones miniatura en las tumbas de los difuntos.

¿La razón? Tiene su lógica...

El móvil es depositado en el lugar de reposo eterno con la intención de que el difunto disponga de un medio de comunicación en el más allá; la aeronave busca ser el transporte oficial del alma itinerante aunque desechan totalmente las cámaras fotográficas ya que ellas, según las creencias, roban y congelan el alma. 

Los analistas estiman aproximadamente que existen diecisiete minorías étnicas [sectas] animistas, sumando un total de ciento cuarenta mil creyentes distribuidos entre África, el suroeste de Asia, Rusia y los Estados Unidos, aunque en el último entra más bien una corriente moderna denominada ecopaganos, auto-considerados animistas por respetar la diversidad de vida del planeta. 

Además es importante mencionar que éste conjunto de creencias no es considerado, propiamente, como una religión como tal [con un sistema de creencias en concreto] sino como una realidad vivida aunque, irónicamente, dentro de la historia de las religiones, ésta práctica es estudiada dentro de los pilares, y antecedente directo, de las religiones tanto poli como monoteístas.