¿Qué es la muerte?
Todos vamos a morir, eso es inminente y sobre el tema [la muerte] mucho se ha escrito y se sigue haciendo, y, desde luego, la tendencia nunca acabará ya que lo desconocido siempre atraerá al ser humano.
Sobre el suceso podemos decir mucho aunque en resumen es una etapa a la que nadie, o casi nadie, quiere llegar. Y es natural. El anhelo por sobrevivir pende de la naturaleza humana [y de todo ente con vida] como lo es el alimentarse y reproducirse. Nuestro instinto siempre nos conduce a mantenernos vigentes.
¿Por qué morimos?, ¿A dónde vamos?, ¿Vivimos eternamente? Todas estas preguntas [y las que no he mencionado] surgen por una motivación principal: el anhelo, tonto quizá, a no desaparecer. Nos negamos a ello.
A lo largo de la historia de la humanidad, tanto en la llamada historia reciente como en la prehistoria hemos respondido a nuestra manera las interrogantes. La religión fue y sigue siendo un pilar base para estas cuestiones. No pongo en duda ninguna de las creencias pero cabe resaltar que todas las fes que ha adoptado el hombre tienen dentro de sus bases el saber sobre el más allá porque sin dicho sustento o esperanza muchas de ellas no tendrían razón de ser.
Retomando el planteamiento primario muchos nos negamos al hecho de que, posterior al último suspiro, todo acaba. La trascendencia es una necesidad incluso fisiológica de todo ser vivo: por eso, en parte, surge la reproducción. La naturaleza misma traza la manera de vida o de vivir de cada especie: seguir lo más que se pueda y, siempre que se permita, dejar huella.
Pero al mismo tiempo el hombre topa con la cruda verdad: lo efímera que es la vida. Nacemos, crecemos... y en un suspiro todo termina. Algunos pasaremos inadvertidos en el planeta; a lo mucho nos recordarán nuestros familiares más cercanos algunos años y posterior a ello solo seremos si bien nos va un nombre más en el árbol genialógico; eso siempre que dejemos descendencia.
Y aquí, ante este pesimismo, surge la religión. Dos de las llamadas cuestiones universales son ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos? Nos intriga saber nuestro origen pero sobre todo el destino que tendremos ya que nos cerramos ante el hecho de ser perecederos.
En mi posición no debo desprestigiar ni el cielo o la reencarnación. Cada quien es libre de escoger creer o no en una vida después de la fisiológica pero sin importar si se abraza o no una doctrina específica todos deberíamos de vivir como si el minuto que gozamos es el último: la vida se va como la arena en los dedos de la mano.
No existe la fórmula para luchar contra el destino y por más que la ciencia avance será innatural anhelar la inmortalidad ya que, así como tenemos un inicio, tarde que temprano debemos aceptar un declive. Es enfermizo abogar por nunca dejar de ser, por querer acaparar el tiempo y gobernar sobre el. No se puede, no se debe, y no porque lo dicte una deidad sino porque todo tiene que tener fecha de caducidad.
Morir: ¿el final de la existencia o el inicio de una inexistencia?
Imagen | Flickr
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