¿Seguimos siendo seres morales?
Vivimos en un mundo consumista y
en donde poco a poco nos hemos acostumbrando a usar y desechar; actualmente
todo lo que nos venden u ofrecen es prescindible o bien porque funciona por un
tiempo delimitado o bien porque cada equis tiempo surge una nueva versión que
lo remplaza.
Antes, por el contrario, para que
un aparato o accesorio se actualizara le
roncaba y si nos dejaba de funcionar lo más común era ir al taller a
repararlo; hoy en día si no me sirve algo me compro uno nuevo y, por ende,
mejor; o más bien nos hacen creer que tener lo más nuevo es lo mejor.
Esta mentalidad o estilo de vida influye directa e indirectamente en la
manera de pensar, de actuar y de afrontar todo lo que nos rodea. Explico.
El hombre ha trasladado el
consumo [de objetos] al trato con sus semejantes; ahora toda
relación, amorosa o de amistad, tiene o fecha de caducidad o vence cuando no
cumple o abarca las expectativas iniciales.
Al degradar a la persona humana a
un mero objeto que aniquila una saciedad se rebaja, de igual manera, todo lo que a éste le
rodea y entre esas cosas están los valores: la percepción que tengo del otro y
del cómo tratarle.
Se cuestiona mucho el hecho de
que se necesita ser creyente para ser una persona moral pero considero que si una persona
actúa bien porque se lo impone una ley regulada por Alguien o si obra por temor
a dicho Algo ése ser humano es todo menos un ser moral ya que su motor impulsor
no es otro más que el respeto/fobia o incluso anhelo [de un premio celestial] y
no la empatía por su semejante.
Pero ¿qué entendemos, hoy en día, por moral?
Considero que para el hombre de hoy es un saco pesado y lleno de
prohibiciones. La moral es, pues, un conjunto de normas y preceptos que nos
indican cómo comportarnos. Es verdad que dicho saco varea en constitución, peso
y forma de comunidad en comunidad pero en general, para todos, es una serie de
no sumamente complejos o complicados.
De la misma forma es o debe de ser actualmente un
algo moldeable o adaptable. Hoy en día no se quiere un
compromiso y menos aún se está dispuesto a ser perseverante en algo.
Por citar, un ejemplo fácil: un sujeto se adhiere a una religión, cual sea, pero pretende y
busca que dicha institución se amolde a la forma de vida del
individuo: asistir a voluntad al rito, orar cuando le plazca, predicar si se quiere… cero
obligaciones.
La conducta del no comprometerme es el punto mediático en
la situación contractual de la vivencia de valores puesto que al no seguir una guía
establecida de buenas conductas aunque tenga el principio [deseo natural de
evitar el mal a alguien] que muchos argumentan tenemos naturalmente, lo acato cuando me place, cuando creo
conveniente.
Así pues un acto moral tomando esta postura se ejecuta por convicción y no por obligación pero eso es mediocre ya que limito mi buen actuar a un vano y simple medio de
satisfacción personal: ayudé porque me dio la gana y no ayudé porque tenía que
hacerlo; aunque hacer algo porque tenía que también está mal.
Siempre he dicho que más que
vernos como hijos de un mismo dios o como el prójimo tenemos que ver, en el
otro, a un igual. Somos la misma especie e, indirectamente, lo que me pase a mí
o a ti influirá en la larga cadena de la evolución.
Si veo al otro como eso,
como alguien igual a mí, actuaré siempre en pro de su bien y no por temor a una
deidad o por obtener algo a cambio o por placer de hacer el bien sino por empatía y anhelo de evitar el mal ya que el dolor y el mal son algo que universalmente
se suelen evitar.
La moral es de esas cosas que da pena leer porque uno concluye que cada argumento nos lleva a un mundo ideal que no existe…
Imagen | Ciencia Xataka
Frase final | El autor de éste blog.
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