Un nuevo dios llamado Steve Jobs.
Cuando murió el cofundador de Apple pensé mucho el escribir algo al respecto ya que creà inoportuno hablar del fallecimiento del Sr. Steve por ser una celebridad del mundo de la informática pero algunas cosas -que abordaré en éste post- lograron cambiar mi actitud.
A lo largo de la reciente historia de la marca de la manzana [del iPod en adelante] se ha catalogado a los Appleboys [fanáticos de la empresa] como miembros de un movimiento seudo-religioso como resultado del sentimiento de pertenencia generado por los productos de la compañĂa pero desde de la muerte del Ăcono de Apple dicho fanatismo se ha inclinado en una una nueva tendencia: adoraciĂłn a Steve Jobs.
Y es que desde el cinco de octubre del dos mil once una parte importante del mundo ha dado muestra de un duelo cuasi sagrado al haber perdido, para ellos, al mesĂas de la informática: aquĂ©l niño adoptado y desertor de la universidad que cambiĂł la manera en que los mortales pudieran acercarse a los nacientes ordenadores y, posteriormente, quien revolucionĂł la mĂşsica digital y rediseñó los telĂ©fonos inteligentes.
Expertos en el mundo del estudio del fenĂłmeno religioso aseguran que estamos viviendo un nuevo tipo de cultura religiosa: el culto a las celebridades y a formas particulares de compromiso cultural [ecologĂa, tecnologĂa, etc.]. Es en el primer punto donde engrana perfectamente lo que se ha vivido al morir Jobs: un sentimiento universal en donde sin pertenecer a un mismo credo todos expresan religiosamente el mismo sentimiento.
Obama, Bill Gates, Zuckerberg [fundador de Facebook], Larry Page [cofundador de Google], Tony Blair, Jerry Brown [gobernador de California], Felipe CalderĂłn [presidente de MĂ©xico], Dmitry Medvedev [presidente ruso] y otras celebridades tanto polĂticas como informáticas han comulgado con lo que dijera oficialmente la Casa Blanca: He [Jobs] changed the way each of us sees the world / CambiĂł la forma [Steve] en que cada uno de nosotros ve el mundo.
En pocas palabras para todo aquél que sintió un duelo por el fallecimiento del hombre de la manzana el cofundador de Apple fue un visionario: alguien que genera una gran devoción cuyas palabras y acciones son anticipadas, catalogadas, estudiadas y adoradas.
Además de eso tras la publicaciĂłn, acelerada por su fallecimiento, de su Ăşnica biografĂa oficial ha generado un incremento como objeto de veneraciĂłn pese a que en el libro se nos muestra a un hombre sin mucho perfil de bondad y amor. ¿Por quĂ©?
Steve Jobs, su magia, fue darle al mundo algo que no sabĂa que necesitaba. Antes de octubre de dos mil uno [cuando se lanzĂł el iPod] y pese a que existĂa desde 1993 el formato MP3, nadie se imaginaba la posibilidad de portar consigo un gadget con gran capacidad de almacenamiento de mĂşsica digital y que, en tan solo unos años, desbancarĂa al Walkman de Sony como el objeto favorito de aquellos que aman cargar su mĂşsica a todos lados.
El nueve de enero de dos mil siete impulsĂł a su compañĂa hacia la cima al lograr generar amor hacia los telĂ©fonos mĂłviles con el lanzamiento del iPhone: un telĂ©fono inteligente, multimedia, con conexiĂłn a Internet, pantalla táctil y con escasos botones fĂsicos.
Pero lo curioso es que lo que Steve Jobs le dio al mundo no se lo regalĂł sino todo lo contrario: el poseedor de uno de sus artilugios se convierte automáticamente en sinĂłnimo de ser un ser con poder adquisitivo colocándole en un selecto cĂrculo entre los dueños de aparatos tecnolĂłgicos: los separa del resto, y por ende, los vincula a una comunidad, por asĂ decirlo, vip de la informática.
Leander Kahney, editor del website Cult of Mac, lo define como un budista antimaterialista que fabricĂł los productos más deseados del mundo. Pero el mundo: ¿le llora al ser humano que muriĂł o al inventor?
Una persona es idolatrada, muchas veces, no por lo bueno que hizo con su vida sino por lo que hizo bien en la vida de otros. En eso Steve fue un experto. ConvirtiĂł lo ordinario en extraordinario: los dispositivos que diseñó hicieron accesible la tecnologĂa [la cual era y sigue siendo, en algunos casos, muy complicada].
Los millones de fanáticos a la manzana de la discordia lamentan la partida del ser humano visionario, defectuoso y carismático que transformó cables y plástico en herramientas. Steve Jobs convirtió en comodidad la incomodidad [programar es un fastidio en términos generales].
Y es que, pese a lo que muchos protesten, no solo inventĂł a Apple sino que sentĂł las bases de la computaciĂłn moderna, al menos, conviritiĂł las pantallas tipo Matrix en interfaces agradables a la vista y con comodidad de uso para el usuario promedio.
¿Está el mundo preparado para idolatrar tipos egocĂ©ntricos que aportan consumismo al mundo y no una filosofĂa fraterna, aquella que tanta falta le hace a la sociedad hoy en dĂa?
Recordemos, que al menos en teorĂa, las religiones buscan el bien comĂşn y no Ăşnicamente el individualismo aunque la tendencia moderna del ser humano es, tristemente, buscar satisfacer su yo y ni de broma pensar en un nosotros o ustedes.
¿Será por eso que vemos a Steve Jobs directo al panteĂłn de divinidades modernas?
Imagen | Trapatoni
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