El Nobel de la paz es asesino.
En dos mil nueve Barack Hussein Obama II –actual presidente de los Estados Unidos– se unió a Tenzi Gyatso [el Dalái Lama], a Agnes Gonxha Bojaxhiu [madre Teresa], a la ONG Amnistía Internacional, al francés pacifista Fédéric Passy y al Comité Internacional de la Cruz Roja, entre otros seres humanos e instituciones, como un ganador más del premio Nobel de la paz, galardón otorgado desde 1901 por iniciativa de Alfred Nobel.
Al hacerse público el nombramiento causó controversia y más porque el catorce de octubre de dicho año, en el comunicado de prensa de la institución, se justificó así el otorgamiento del premio: «solo muy rara vez una persona tiene el mismo alcance que Obama ha tenido al capturar la atención del mundo y brindarle a su pueblo la esperanza de un futuro mejor».
Curioso es que unos años después el ganador del Nobel de la paz y cristiano –calvinista– sea la persona que estuvo detrás del asesinato, a quema ropa, del líder de la organización terrorista Al Qaeda. Si bien es cierto que a Osama Bin Laden se le atribuyen la planeación de múltiples ataques terroristas, como la tragedia ocurrida en dos mil uno en New York, la violencia no es una de las mejores maneras para hacer justicia.
Alfred Nobel estableció que el ganador del premio de la paz tendría que ser la persona que haya trabajado más o mejor a favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos y la celebración y promoción de procesos de la paz. ¿Desde cuándo matar o planear un fusilamiento es una forma de promocionar la paz?
¿Y qué es la paz? La paz, reza la Wikipedia, es la ausencia de inquietud, violencia o guerra. Perpetuar una operación militar con el único fin de eliminar de la faz de la tierra a un ser humano creo es todo lo contrario a esta pequeña definición por más mal que el asesinado haya ocasionado.
Muchos podrán decir y argumentar que Usāma bin Muhammad bin `Awad bin Lādin, o sea Bin Laden, acusado de terrorismo, homicidio, conspiración y secuestro a escala mundial merecía no menos que morir de la manera en que se nos dijo murió el pasado dos de mayo [de 2011] vía la Casa Blanca pero ¿fue justo?
Si nos apegamos a los Derechos Humanos –universales– e incluso a los actuales derechos religiosos que nos dicen las diversas instituciones religiosas que todo hombre tiene, el asesinato no figura en ninguno de ellos. Por más culpable que sea una persona, o por más vil que haya sido, la muerte, primero, no remedia nada y segundo el “ojo por ojo” tan sonado en el Antiguo Testamento [AT] cristiano ha pasado ya de moda, o al menos, ha dejado de ser útil y efectivo si es que alguna vez lo fue.
Por ninguna ofensa devuelvas el mal al prójimo, son palabras tomadas del libro del Eclesiástico [capítulo 10, 6] –conocido como deuterocanónico por solo figurar en el AT católico– y creo, sin duda, tienen mucho de razón. Tales palabras no pueden ni deben ser empleadas únicamente con un fin teológico sino como un proverbio o enseñanza de vida universal; un consejo aplicable a cualquier ser humano y raza de manera a temporal.
El pueblo norteamericano y parte del orbe ha celebrado la muerte del líder terrorista de la misma manera como cantaron de alegría, nos narra el libro del Éxodo, los israelitas cuando los egipcios sufrieron “a manos de YHWH” el ser ahogados en el Mar Rojo. El hecho bíblico es condenado y criticado por muchos –el exterminio divino de los egipcios y su consecuente celebración hebrea– ¿por qué no, entonces, sancionar el gozo generado por la muerte del fanático musulmán terrorista?
“Hemos dado vuelta a la página e iniciado una nueva época” argumentan los principales líderes de opinión gringos pero pese a que la muerte de Laden sigue en incógnita al no presentarse fotografía oficial alguna del cadáver –que fomentaría más el morbo y la algarabía pública– la mentalidad de asesinar en busca de la paz no es buena ni correcta.
Toda persona tiene derecho a la vida. Nadie podrá ser condenado a la pena de muerte ni ejecutado. No lo digo yo, ni lo dice la Biblia ni mucho menos un profeta iluminado por algún dios sino el artículo segundo de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea basados en el artículo tercero de la Declaración de los Derechos Universales Humanos.
“Cuando los pacíficos pierden toda esperanza, los violentos encuentran motivo para disparar”, una frase de Harold Wilson, primer ministro británico entre 1974 a 1976.
Nobel de la paz, info | Wikipedia
Argumentos de los Derechos Humanos | Derecho a la Vida
(barack obama, osama bin laden, nobel paz, derechos humanos, derechos fundamentales unión europea)
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