Entre más conozco menos sé.
Dicen por ahí que la curiosidad mató al gato; nunca había entendido bien por qué o más bien cuál era el trasfondo de esta afirmación o refran; lo trasladaba a que el interés en lo prohibido podría -o es, dicen- algo que no te puede beneficiar pero creo ahora -o no sé si por mi contexto según filosófico- que traslado y comprendo dicha frase en un plano más profundo.
Curiosear, tener inquietudes, dudas, preguntas aparentemente sin respuesta creo que es bueno, sano y es lo mejor que el ser humano puede experimentar y vivir pero esto conlleva a muchas cosas en ocasiones no muy gratas.
Cuestionar y ponerse a investigar, a buscar respuestas, es un arma de doble filo; o bien puede fortalecer lo que ya sabes o supones del mundo y tus enfoques hacia el ó tus ideas, creencias, pensamientos, ideales, preceptos y conceptos pueden tambalearse ya que chocan con lo que solías entender y aceptar como una verdad irrefutable.
Cambiar porque encuentras una evidencia u otra idea más lógica y centrada es bueno. Lo correcto, en teoría, es seguir precisamente lo que es auténtico y aunque probablemente sufras una caída fuerte cuando descubres esas afirmaciones tan contundentes que chocan con lo que suponías te dices a ti mismo: vivía y creía en una mera ilusión, en algo vago y no comprobable.
Otra cosa que puede pasarte es que tu ánimo cae, te desilusionas de la vida, de las personas, de tu entorno, de tus ideas. ¡De todo!
Comienzas a ser crítico, a juzgar lo que te rodea, a defender lo que ves correcto ante lo incorrecto, a gritar desesperadamente ¡no sé que hacer! envuelto en un disfraz de frustración, enojo, apatía, sufrimiento o incluso, agresión. Y en muchas, diría todas, ocasiones ese antifaz se coloca en tu vida sin siquiera darte cuenta y lo peor, hieres a tu contexto sin proponértelo.
¿Por qué lastimas? Porque el mayor número de veces declaras lo que encontraste a los cuatro vientos, cuestionas a los que te enseñaron ideas que descubriste -o crees- eran falsas; te rebelas ante todo lo que pueda conducirte a tus antiguos conceptos ya que no los quieres -por todo lo que ya sabes de ellos- volver a acogerlos e incluso te llegas a burlar de quienes aceptas lo que tu admitías. Luchas contigo mismo y tratas de justificar lo que piensas y ahora aceptas como verdad aunque esto produzca riñas con los demás al remar contra corriente.
Pero lo peor de eso es que al conocer te das cuenta que no sabes nada ya que entre más arañas buscando respuestas otra telaraña de dudas se forma en tu mente y te cuestiona sin cesar. Detrás de una puerta, como suelen decir, hay otras infinitas e incluso inalcanzables aunque cuando comienzas a preguntar e intentar resolver tus dudas pasa algo, ya no puedes concebirte como el ignorante que antes eras. Ese ser ha pasado a mejor vida y no lo quieres revivir.
El deseo de saber te vuelve adicto, te hace falta. Cambia tu manera de ver las cosas, tu ambiente y creencias y apesar de que te espantas de la suciedad que encuentras y te asusta penetrar más allá se hace necesario seguir intentando descubrir todo lo que el mundo cree que sabe y acepta como verdad aunque dichas verdades suelen estar erradas. Duele descubrirlo pero más vale una verdad que lacere que una mentira que ilusione.
¿Saber o no saber?, esa es la cuestión.
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