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Olvidando diferencias.



El tema que tristemente sigue de moda a la fecha en las portadas de sitios web y diarios en sus secciones de internacionales es lo relacionado con Egipto y las diferentes protestas y manifestaciones de su población incluido claro el nuevo gobierno del país de las pirámides. En este artículo no pretendo hablar sobre lo que sucede desde una perspectiva política -ya que estoy lejos de ser un experto en esos menesteres- sino más bien analizar la imagen que encabeza este post. 

¿Qué vemos en la fotografía?: ¿dos personas abrazadas mientras alzan la voz en contra de Hosni Mubarak -expresidente del país- ? Como suelo contestar en evidentes paradojas: si y no ya que esos hombres distan de ser solo dos egipcios protestando pues dejan claramente marcada su tendencia religiosa: un cristiano -al parecer católico- y un musulmán.  ¿Esto tiene algo de relevante? Créanme, más de lo que se imaginan.


En
medio oriente la religión es vista y sobretodo se vive de manera muy diferente que en occidente. Para la población de las zonas regularmente áridas del globo tu creencia te marca, no es solo una adhesión o formalismo social sino engloba tu esencia como persona. La religiosidad del individuo ocupa jerárquicamente el puesto número uno para su aceptación o rechazo por parte de la población y del gobierno. Es por este motivo que la imagen que encabeza éstas líneas sea tan trascendental. 

Los musulmanes y cristianos han tenido roces desde el siglo VII -en el seiscientos veintidós Mahoma comenzó a predicar en la Meca- ya que ambas religiones suelen tener ideas diferentes. En pleno siglo XXI seguimos viendo constantemente como se atacan unos a otros a lo largo y ancho de todo el oriente medio: en mezquitas, iglesias, calles, centros comerciales, casas habitación, etc... actualmente es una situación muy complicada de sobrellevar para sus ciudadanos.

Me cuenta un profesor -que vivió mes y medio en Jerusalén hace cinco años- lo tenso que era vivir de un lado -el cristiano- de la Tierra Santa: cada tres o cuatro horas se escuchaba un bombazo, la policía le inspeccionaba de cabo a rabo cuando necesitaba cruzar al lado islámico o viceversa -cuando entraba de nuevo al territorio donde vivía- las noticias ocultaban la mayor de la información bélica del país, ¡en fin!: "mi especialidad -me dice- fue todo un martirio, no me quedaron ganas de vivir nuevamente ahí". ¿Terrible, no? Una ciudad venerada por las tres religiones monoteístas del orbe en medio de bombas y ataques uno contra el otro. 

Es por eso que esta fotografía es inigualable y quizá histórica. Para derrocar a un mandatario las personas en Egipto no importando credo, raza o condición social se unieron. ¿Por qué no esa conexión no se traslada a otros momentos? O por qué no, de una manera utópica se alza la bandera de la unidad en la forma de vida diaria de los ciudadanos de aquellas lejanas tierras. 

Y es que pensándolo bien hay más cosas en común entre musulmanes y cristianos que diferencias, o al menos, comparten mucho más de lo que se percibe a simple vista: Ambos grupos religiosos ven como a su padre en la fe al patriarca Abraham -aquél que salió de Ur de Caldea, nos narra la Biblia, obedeciendo a su dios-, ambos también comparten parte de la herencia del patriarca ya que si bien el pueblo hebreo proviene de Isaac -hijo del hombre que salió de Mesopotamia- los musulmanes ven como a uno de sus ancestros a su hermano: Ismael

Hay algo más. Ambos -cristianos y musulmanes- reconocen como palabra inspirada- al Antiguo Testamento -o Tanaj hebrea-, ambos respetan en cierto grado a María, la madre de Jesús, de hecho el Corán habla más de la madre del Mesías cristiano que el mismo Nuevo Testamento bíblico. En grado de creencias comparten lo medular. Tanto judíos como cristianos y musulmanes, como lo comenté líneas atrás, son monoteístas -creen y reconocen a un solo dios-.

Acá viene algo curiosamente importante: creen en el mismo dios aunque los cristianos anexan el dogma trinitario a su deidad. Los seguidores de Mahoma lo llaman Alá -en árabe: Allāhm-, los judíos YHWH -o Yahavé, jehová es una mala traducción del nombre redactado en los manuscritos más antiguos hebreos no respetada por las comunidades más respetadas de exegetas [intérpretes] bíblicos- y los cristianos le llaman Padre o simplemente Dios pero es el mismo. De hecho, poniéndolo de otra manera, los cristianos y musulmanes creen en el dios que se les reveló a los judíos, son éstos los que le cambian de nombre de acuerdo o a su propia revelación -en el caso de Mahoma- o de lo que escucharon de boca de su Mesías.

Se pueden seguir listando similitudes aunque de la más importante diría yo es que todos -ellos y la misma humanidad- son -según sus creencias- criaturas de su divinidad por lo que antes que todo debería de estar el amor hacia los otros -ya lo dice el judaísmo y el cristianismo: ama al prójimo como a ti mismo-  y no vivir planeando la manera  de atacar o contrarrestar a su hermano. 

Creo, como conclusión, que si un fin común como el derrocar a un presidente fue capaz de unir a dos religiones tan opuestas y que suelen estar constantemente conflicto más aún deberían de ser un trampolín hacia un paraíso de diálogo interreligioso [propuesta de tolerancia religiosa entre los diferentes credos] todas las similitudes que los creyentes tienen entre sí. Y es que a final de cuentas, si dejamos por un lado el movimiento religioso al que sigamos o no sigamos, todos compartimos varias cosas en común entre las que sobresalen: somos de la misma especie y tenemos un planeta que nos cobija y nos brinda lo necesario para vivir.

Entonces, ¿por qué no nos toleramos y respetamos todos y cada uno de los terrícolas?
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Imagen | La media hostia (blog ateo).

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