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Las lágrimas de Obama [reflexión].


El viernes catorce de diciembre [de dos mil doce] el país vecino al norte de México vivió una tragedia dentro de una escuela: un loco -llamándole decentemente- de veinte años asesinó a tiroteos a veintiséis personas; veinte de ellos eran niños.

Hubo muchas reacciones pero una -además de la indignación mundial- causó un efecto impresionante en todo el planeta: el presidente norteamericano Barack Obama lloró al hablar, en vivo, a su nación.

Lo sucedido en la primaria Sandy Hook del estado de Connecticut  lo cautivó tanto que, al dirigir un discurso al pueblo estadounidense, reaccionó -según sus propias palabras- como padre.

Pero hay algo en sus lágrimas que, además de darle nombre a éste artículo, me llama particularmente la atención:

¿Cuándo mueren niños en Medio Oriente víctimas del accionar de las tropas que él controla siente algo?

Por lo regular leemos u oímos que los civiles inocentes que fallecen en una guerra o acción bélica son llamados bajas aceptables o incluso necesarias. No digo que los veinte pequeños de la primaria merecieran morir pero:

¿Por qué no vemos al Premio Nobel de la Paz desgarrarse en público cuando habla de las consecuencias mortales de sus operativos en Irak, Afganistán, Siria?

Tenían una vida entera por delante -lamentó el mandatario afroamericano- [...] cumpleaños, graduaciones, bodas, sus propios hijos.

Desde luego que las palabras anteriores las refirió por los niños fallecidos pero, mi querido Barack Obama: ¿acaso los pequeñitos afganos no tienen una vida por delante que les aguarda?

Ante ésta situación surge en mí otra pregunta: ¿qué tienen de diferente los menores de Connecticut y los niños de Irak?

Parece que el ser norteamericanos o el fallecer trágicamente en suelo gringo los hace dignos de merecer las lágrimas de un Líder, y sí, lo escribo con mayúscula pues, nos guste o no, al dirigir políticamente a la nación más poderosa del Orbe se convierte  en un referente global.

Tristemente los niños -y adultos- que fallecen por balas norteamericanas en suelo enemigo para algunos estadounidenses pueden morir, y peor aún, no ocasionan ni merecen generar Obama el más mínimo quejido.

Como dije anteriormente, no quiero que mis palabras sean mal interpretadas

Desde luego que es terrible, digno de lágrimas y de descontento mundial lo sucedido a manos de Adam Lanza [el loco de veinte anos] pero lo que no me parece justo es que una masacre no la tolere Barack Obama mientras que otra, que él llama guerra, no solo la acepte sino que la encabece. 

Y en ambas mueren niños, con proyectos, sueños e ilusiones por delante.


La imagen la obtuve de aquí.
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